Sugeiri Cristian

Sugeiri Cristian

martes, 27 de mayo de 2008

UN GRITO DESESPERADO


Lo vi cuando súbitamente se detuvo frente a mí y me preguntó.-
-¿No me reconoces? Soy El Tiempo.
Sin más, se alejo a la velocidad de la luz, perturbándome aquella lúgubre imagen ante mis ojos.
A lo lejos las precipitaciones de una lluvia ácida con el Apocalipsis vestido de Gris, anunciaba el peor de los cataclismos.Era una mañana fría, tan fría como la muerte.
Frisado, mirando como El Castillo de Arena, que construía se desplomaba lentamente por la momentánea presencia de aquel ser implacable.

En ese instante Las Agujas del reloj quedaron inválidas, cuando aparatosamente chocaron una a la otra dejando las huellas a lo largo del camino y con ellas la estela del terrible presentimiento de un desenlace fatal.
Luego vi pasar El Roció en compañía del Viento que va al sur, rápidamente me esforcé para alcanzarlos y una vez pude pisar sus sombras les pregunté.
¿Que esta pasando?

de forma un poco sorprendida me dijeron:
¿No sabes?...siéntate, te contaremos
Ayer despertó, dijo El Rocío, y después de un gran discurso a su favor
Propició que los minutos se negaran a comenzar la jornada del Día.
Ellos alegaban que ya estaban cansados de hacerle el trabajo.


De ahí surgió entonces la renuncia irrevocable de Las Horas
Nuestro querido amigo Hoy, dijo que el día estaba enfermo y que él, tenia que atenderlo por tal motivo El Tiempo se decidió y corrió hace un momento tras La Aurora, alegando en su defensa, como un acto de cobardía, que tenia que esperar demasiado para estar con ella y aunque su paciencia era eterna, su misma naturaleza era implacable.

esto como era de esperarse, agregó El Viento, provocó un infarto a La Mañana, quien esperaba ansiosa el feliz el nacimiento del Futuro, pues el tiempo siempre fue su más grande amor y en su estado, esa traición con la aurora no la pudo soportar su corazón.

yo como ya vez hermano, prosiguió El Rocío, busco un lugar donde poder nacer cada día, nuestro amigo viento ofreció guiarme al sur, pues según supe, existe un oasis de esperanzas en donde una vez más podré hacer el amor con las hojas, acariciando su verdor para así aliviar este vacío y ser feliz disfrutando mi existencia.

Por un momento solo pude recordar el rostro del Tiempo cuando se detuvo frente a mí, corrí las cortinas de las lógicas y descubrí que El Gris era parte del complot, que éste aprovecharía sus facilidades de oscurecer los colores más brillantes de las rosas y ocultar la belleza del arcóiris, disfrazándole de un embudo de confusiones grisáceas, para que nadie encontrase la luz.



Noté como El Gris se apoderaba del escenario, Haciendo un espeso y cojumbroso laberinto de hojas muertas y que Ayer y sus aliados estaban logrando su objetivo de destruir por completo aquel Castillo de Arena al igual que su brillo impecable desterrando los colores de la alegría.
Definitivamente Ayer había presentado claramente sus intenciones de regresar y apoderarse del trono, se aprovechó de los sentimientos del Tiempo para tomar el control y así sabotear el nacimiento del Futuro.



Me llene de pánico siquiera al imaginarlo.
No pude creer todo lo que escuché de labios del Rocío y del Viento, y al ver la cascada como foto reveladas en mi mente de aquellos bellos recuerdos que se derretían como cera por el calor de la nostalgia, comprendí que era fácil que Ayer ganara la batalla si no me imponía a sus nostálgicos deseos, fue cuando me decidí.

Dejo atrás todo esto de lo que mi alma estaba enamorada, me dije, y buscaré al Ayer y le diré “gracias” por todo lo que me enseñaste; yo reconozco en parte tu protesta, pero Hoy es el dueño de mis ilusiones, y no permitiré que se desvanezcan.

en nombre de éstas mismas cosas que amé, quiero pedirles amigos que emprendamos el viaje.
Marche junto al Roció y el Viento y con un deje de amargura a todo lo que deje atrás tan solo musité un grito desesperado, siendo éste un desahogo tan sublime, que sentí como se apoderaba de todo mi ser aquellas alas verdes de la esperanza, pero de pronto, un extraño sonido irrumpió mi vuelo, cuando volteé, pude percatarme de que era el timbrazo del despertador que indicaba la hora del nuevo día para ir al trabajo.

Sugeiri Cristian

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