Sugeiri Cristian

Sugeiri Cristian

martes, 27 de mayo de 2008

EL ROSTRO DEL DOLOR

Sudado de tristeza, con aquel olor a llanto
Sin poder evitar las caras del teatro
Obligado a cantar
Cuando solo podía susurrar sus penas.


El ocaso le abre camino a la noche
No dejes que ella sepa lo oscuro de tu sufrir
Sus tinieblas
Pueden ocultar aquellas perlas



Más no pueden evitar su indelicado silencio
Que permite a los transeúntes ser participes
De la sinfonía de tu alma



Aquel manantial, reflejo de un canto mudo
Que proclama la angustia agonizante
De este peregrino

Que en su delirio deja
A su paso las huellas
De una fiera herida
Destruyendo todo lo que puede
Hasta el pequeño halo de la esperanza

Un día a su paso


Y en su mentón aquellas raíces resquebrada,
Aquel desordenado pelo
Esos luceros apagados
Y caminando dormido por la vida

Desde aquella mañana
Jamás verían mis ojos
Semejante combinación
De espanto y hermosura


La tristeza brillaba
Como un diamante recién pulido
La angustia le había dejado
Cicatrices imborrables
Como si el estiércol mismo lo hubiera vomitado
Al verlo me pregunté
Si podría existir aquel motivo como una boa
Metida en el alma
Y desgarrando toda una vida
Un sueño, un verso



Aquella angustia desmedida
Embruteciendo la suave y delicada luz
De un astro en posición frente a la luna



y busque en el firmamento de un corazón
y en las ventanas de una esperanza
Pero nunca encontré la respuesta
Hasta el día de hoy


Cuando abruptamente esos pánfilos ojos
Me sorprendieron al mirarme
En el mismo retrato del espejo.


Sugeiri Cristian

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